Misericordia, manos a la obra!!!

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Ha durado mucho la resaca de las fiestas decembrinas, tiempo sin estar por acá, pero aquí vamos con nuevas metas y mejores propósitos. Creo que lo más importante, y así lo es,  es que Jesucristo se ha hecho hombre para nuestra salvación, que nos ama y quiere nuestra salvación. A nosotros nos queda abandonarnos en su amor misericordioso.
De ese amor misericordioso de Jesucristo, se desprenden las obras de misericordia que a veces olvidamos o que ponemos en práctica sin darnos cuenta.  El Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 2447, las define de como “acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales” Equerda Bifet, en el Diccionario de San Juan de Ávila ( BAC, Madrid 1998) nos refiere que “las obras de misericordia imitan el amor misericordioso de Dios y se refieren a todas las necesidades de los hermanos” Y es que toda obra de misericordia deja entrever que lo que se hace al prójimo se hace a Cristo.
Las Obras de Misericordia se han agrupado en catorce y dividido en dos grupos, Corporales y Espirituales, de siete cada grupo. Se nos propone vivir éstas obras en todo tiempo y en toda ocasión. Estemos claros que no han de ser catorce obras, sino tantas cuantas miserias encontremos en el camino. 

 Las ESPIRITUALES son éstas:
Enseñar al que no sabe.
Dar buen consejo al que lo necesita.
Corregir al que yerra.
Perdonar las injurias.
Consolar al triste.
Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
Rogar a Dios por los vivos y difuntos.

Las CORPORALES son éstas:
Visitar y cuidar a los enfermos.
Dar de comer al hambriento.
Dar de beber al sediento.
Dar posada al peregrino.
Vestir al desnudo.
Redimir al cautivo.
Enterrar a los muertos.

Aprendámoslas y pongámoslas en práctica con nuestro prójimo.
Me abandono a sus oraciones.

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