El próximo 18 de mayo de 2025, la Iglesia vivirá un momento solemne y profundamente simbólico: la misa de inicio del ministerio petrino del Papa León XIV, sucesor de San Pedro. Aunque ya no se utiliza el término “coronación del Papa”, esta celebración encierra una riqueza espiritual y litúrgica que conviene redescubrir, especialmente en un tiempo como el nuestro, sediento de signos de unidad y esperanza.
¿Por qué ya no se
corona al Papa?
Durante siglos, los Papas eran coronados con una tiara, una triple corona
que representaba su autoridad espiritual, pastoral y moral, en una ceremonia
muy majestuosa. Sin embargo, San Pablo VI, en un gesto de humildad
profética, renunció al uso de la tiara durante su pontificado. Desde entonces,
ningún Papa ha vuelto a ser coronado. En su lugar, se celebra la misa de
inicio del ministerio petrino, que pone el acento no en el poder, sino en
el servicio. Como dijo Benedicto XVI en 2005: "El verdadero
poder es el servicio."
Laudes Regiae: un
canto para Cristo Rey… y para el Papa servidor
Uno de los momentos más emocionantes de esta liturgia es el canto de la “Laudes
Regiae”, una antigua aclamación latina usada desde los primeros siglos del
cristianismo para honrar a Cristo Rey y orar por el Papa y la Iglesia. Su texto
comienza con una proclamación poderosa:
"Christus vincit! Christus regnat! Christus
imperat!"
("¡Cristo vence!
¡Cristo reina! ¡Cristo impera!")
Este canto, lleno de vigor, no glorifica a una figura humana como monarca, sino que afirma que el único verdadero Rey es Jesucristo, y que el Papa, como sucesor de Pedro, es su humilde servidor en medio del pueblo de Dios. Es una oración coral que une a toda la Iglesia en un grito de fidelidad y esperanza.
Un momento que une
cielo y tierra
Durante la misa del 18 de mayo, veremos cómo miles de voces entonan las Laudes
Regiae en una celebración que nos recuerda que el Papa no es una figura de
poder mundano, sino un pastor elegido para guiar a la Iglesia con la fuerza del
Evangelio. En ese canto están los siglos de historia, la fe de los mártires, la
esperanza de los santos y la voz de millones de fieles que siguen creyendo que Cristo
es el verdadero Señor de la historia.
La ceremonia no será una coronación, pero será mucho más que eso: una
renovación del compromiso de la Iglesia con el Evangelio, y una expresión de la
comunión universal en torno al Sucesor de Pedro.
¿Cómo podemos vivir
este momento desde nuestras comunidades?
- Uniéndonos espiritualmente ese día en oración, pidiendo al Espíritu Santo que fortalezca al nuevo Papa.
- Educando en nuestras parroquias y catequesis sobre el significado del
papado, no como poder, sino como servicio.
- Cantando el "Christus Vincit" en nuestras celebraciones, como signo de comunión con la Iglesia universal.
- Recordando que todos los bautizados estamos llamados a ser servidores
al estilo de Cristo.
"No se trata de una coronación, sino de un sí al
servicio, a la cruz, y a la entrega por amor."
Que la celebración del próximo 18 de mayo no sea solo un evento lejano, sino una oportunidad para renovar nuestra fe, nuestra comunión eclesial y nuestro compromiso con Cristo Rey.