Los cristianos católicos celebramos
hoy el inicio del año nuevo litúrgico, que se inaugura con el Tiempo de Adviento, un tiempo de cuatro semanas de
duración en el que nos preparamos para la llegada del Rey y Mesías, del
Salvador anunciado por los profetas, el deseado de las naciones, el Rey de la
Paz: Jesús.
El adviento llega como aquel encargado
de un castillo enorme, y que no se habita desde hace mucho tiempo y la maleza
se ha calado por las hendijas, la polilla se ha apoderado de la madera y el
polvo decora todas las estancias. El apoderado ha llegado con la encomiendo de
preparar la llegada del dueño del castillo.
Se debe preparar el castillo, es el
Rey quien llega, el dueño de todo y como encargados de lo que se nos ha
prestado debemos recibirlo con las mejores galas. Quitemos la maleza del
pecado, arranquémosla de raíz con la fuerza del Santo Espíritu. Renovemos la
madera de nuestras cualidades, seamos humildes, amables, sinceros, no dejemos
que siga habitando en nosotros la polilla de la envidia esta actitud llama a
muchos vicios, y estos como tal, dañan las paredes de humildad de nuestro corazón,
dejándonos vulnerables ante toda incidía del mal. Dejemos que el viento de la
esperanza sacuda nuestro ser, que su fuerza aleje de nosotros el polvo de la
tristeza que mancha tanto nuestra alma.
Aprovechemos el adviento como encomienda del Rey que ya se acerca.