Hablar en nombre de Dios y de Cristo es tarea
y privilegio del que ha sido llamado al servicio de la Palabra, a ser embajador
de Cristo y portavoz del mismo Dios. El embajador lleva un mensaje de parte del
que lo envía, y por eso anunciar la Palabra quiere decir comunicar un mensaje,
pero también y sobre todo hacer presente la persona del emisario. Cuando el
enviado habla, sus palabras de exhortación y aliento surgen de la palabra misma
de Dios. El ministerio de la Palabra no es una pura repetición mecánica, sino
la recreación actual de la palabra divina. Dios se fía de sus enviados y les
confía su misma Palabra para que la hagan fructificar: el mensaje de la
salvación y de la reconciliación se expresa así ahora con un lenguaje fiel y
adaptado (2Cor 5,20). Los portadores de este mensaje son realmente mensajeros
de buenas noticias, a quienes todo el mundo espera.
A la palabra de Dios se le sirve
de muchas maneras, pero son cuatros las fundamentales y las esenciales, a
saber:
- La predicación Misionera.
- La Catequesis.
- La Liturgia.
- El Estudio y Exposición científica de la Palabra de Dios.