Que el focolar se enfría, el fuego mengua y la madera se agota.
No lo dudes, ni esperes a que el frio hele tus huesos. Ponte en marcha, trabaja en ello y aviva el fuego nuevo que está en ti.
Ha sido tal la alegría pascual que hemos levantado mucho polvo. Hemos festejado y la alegría invade nuestro corazón. Pero, nos hemos quedado sólo allí, en la fiesta, y no se experimenta la conversión que conlleva la resurrección. Nos hemos quedado parados, mirando como lelos. Mirando el fuego nuevo, sentados en l focolar.
Pues, este fuego que es vida y es todopoderoso, necesita la madera de nuestras buenas obras, el aceite de la oración que aviva la llama de este amor resucitado.
He vuelto, que Dios te bendiga.
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