Era un viernes 17 de agosto 1978, el sol marabino estaba igual de intenso que todos los días. Entre las casas del barrio, la señora Esmeria (mi mamá) estaba entre sus ajetreos de la casa, estaba embarazada de su segundo hijo, ya tenía 9 meses y eran los días de parto. El medico le había dicho que para que debía estar en movimiento para que el parto fuera mas tranquilo, por ello Esmeira hacia los oficios desde temprano. Había hecho el almuerzo, su esposo llegó a almorzar y luego de ver la telenovela, se puso cortar los pañales de tela y luego se sentó a cocer los orillos de los pañales.
Eran las diez de la noche cuando los dolores de parto se hicieron más agudos y el presentimiento de dar a luz más latente, rápidamente la llevaron al Hospital Chiquinquirá (su nombre se debe a que estaba al lado de
Las bombas cada hora sonaban en honor a Nuestra Señora de Chiquinquirá, esto sucedía todos los 18 de cada mes, ya que el 18 de noviembre se celebraba el día de la patrona de los zulianos.