Lo que he visto seguramente no es más que lo que ha vivido esta tierra,
de hecho así es. Lo que he vivido no alcanza para contemplar las maravillas que
nos ha preparado el Señor. Lo que he aprendido me invita a adorar al Señor que
me ama.
Descubierto he, que muchos somos
majestuosos barcos que trasladamos a muchos personal sobre las aguas caudalosas
de la visa. Otros somos lanchas muy rápidas y aerodinámicas, pero con muy poco
espacio para algún otro compañero, amigo o pasajero.
Algunos somos simple tablas sobre
las aguas, que flota pero no se mueve, que al invitar a otros a subir, se hunde
en las aguas tormentosas de la confusión. He visto en muchas ocasiones barcos
feos, lentos y amplios, pero que son capaces de trasladar a gran cantidad de
personas a doquier, sin importar distancia o clima.
Veamos y reflexionemos. ¿Qué tipo
de persona soy? ¿Ayudo al prójimo o simplemente me preocupo de mi propia
supervivencia?