Como
seminaristas vivimos diferentes etapas de nuestra formación antes de llegar al
presbiterado, opción por la cual decidimos seguir a Cristo. Este camino
vocacional transcurre durante la formación y avance o acercamiento a la
configuración plena con Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. Veamos cual es el
recorrido de una vocación antes de llegar al presbiterado:
Primero
el discernimiento vocacional, eso puede durar muchos años antes de entrar al Seminario, allí
la decisión es tuya. Ese acercamiento a Cristo, enamoramiento de su amor para
con el prójimo, es lo que nos debe impulsar a seguirle. Seguramente otros tendrán
otras opciones. Cuando te decides por Cristo y tienes una edad acorde,
comienzas a asistir al centro vocacional, que es cuando decides conocer más
referente a “esto del llamado vocacional”. Allí vas conociendo, descubriendo y
comenzando a comprometerte hasta que tú
aceptes la invitación de hacer la experiencia del año propedéutico.
Durante
el propedéutico que dura un año, se comienza a moldear el
carácter y a dar herramientas que te ayudan en el discernimiento de tu proceso vocacional. Recordemos que
toda nuestra vida es un proceso vocacional. Luego de ese año de propedéutico si
los padres a los cuales estas encargado consideran que estas apto, pasas al Seminario Mayor.
Seminario
Mayor, allí la formación se divide básicamente en dos partes filosofía y
teología. En una estarás 3 años (filosofía) y en la otra 4 (teología). Esto puede
variar, todo depende del empeño que le pongas, de la madures vocacional que se
tenga, por lo común siete años en el mayor es lo habitual.
En
los cuatro años que estas en teología se te van entregando varios
ministerios a los que yo llamo pequeños incentivos que te ayudan a saborear la
meta. Estos son la Admisión, el Lectorado, el Acolitado; luego de estos tres el
compromiso es mayor con el Diaconado y Presbiterado. En mi Arquidiócesis, por
razones pastorales se ha cambiado el orden de recibir los ministerios, se hace
como se indica a continuación:
1. El lectorado, es el ministerio que está al servicio de la Palabra de Dios. El instituido
como tal, estará al servicio de la primera parte de la Eucaristía: la Liturgia
de la Palabra. A el corresponderá cuidar, celosamente, la proclamación de la
Buena Nueva, y la Oración del pueblo de Dios. Este ministerio es encomendado
finalizando el primer año de teología o iniciando el segundo.
2. El acolitado, este ministerio está al servicio del Altar Eucarístico. El instituido
como tal, estará al servicio de la segunda parte de la Eucaristía, le
corresponde preparar el altar en ausencia del diacono, es ministro extraordinario
de la sagrada comunión y puede exponer el Santísimo. En la oración de institución,
el Obispo pide al Señor, se digne colmar con su bendición a quienes eligió para
el ministerio de acólitos y les dé fuerzas para servir siempre con fidelidad a
su Iglesia. Este ministerio es encomendado iniciando el tercer año de teología o
iniciando el cuarto.
3. La admisión como candidato al diaconado y al presbiterado, se celebra
cuando el aspirante idóneo ha llegado ya a una suficiente madurez
personal. El aspirante debe manifestar públicamente su intención de
recibir las órdenes sagradas. Por su parte, el obispo, acepta también
públicamente esta intención. Este rito por su naturaleza no debe nunca unirse
con las órdenes sagradas ni con la institución de lectores y acólitos. Más información aquí.
Antes
de terminar cuarto año de teología o al terminarlo, (debemos
tomar en cuenta que estos ministerios también dependen mucho de la venia de los
padres formadores, ellos son los últimos en tomar la decisión, ese es su deber)
llega la ordenación diaconal que amerita una serie de responsabilidades y
compromisos. El diacono es el servidor de todos, a ejemplo de Cristo que vino a
servir y no ser servido. Es como decimos en el seminario, el matrimonio con la
Iglesia, prometes ser célibe por la causa del reino. Y te unes a Cristo
servidor. Finalmente luego de haber vivido el diaconado, tiene lugar la
Ordenación Presbiteral. De estos dos últimos temas hablaremos pronto.
Mis saludos y
me abandono a sus oraciones.