¿Han oído hablar
de las antífonas “O”? Bueno les cuento que son de origen romano; casi seguro de
San Gregorio Magno, del siglo VI. A veces llegaron a ser hasta diez, pero desde
San Pío V se fijo el número a siete. Ninguno de estos siete títulos es tomado
al azar o inventado. Todos provienen de las Sagradas Escrituras, en cuyas
profecías están bien fundados.
En las
catedrales y abadías benedictinas las van entonando casa día un canónigo o un
monje distinto, revestido de pluvia y entre ciriales y repiques de campanas.
Estos, son signos que hablan a los sentidos y que repercuten en el alma bien
dispuesta.
El día de mañana
iniciamos con estas hermosas antífonas, ya veremos que nos quieren decir cada
una. Estas antífonas son siete, y la
Iglesia las canta con el Magnificat del Oficio de Vísperas desde el día 17
hasta el día 23 de diciembre. Son un llamamiento al Mesías recordando las
ansias con que era esperado por todos los pueblos antes de su venida, y,
también son, una manifestación del sentimiento con que todos los años, de
nuevo, le espera la Iglesia en los días que preceden a la gran solemnidad del
Nacimiento del Salvador.
Se llaman así porque todas empiezan en latín
con la exclamación «O», en castellano «Oh». También se llaman «antífonas
mayores». Se puede decir que son un magnífico compendio de la cristología más
antigua de la Iglesia, y a la vez, un resumen expresivo de los deseos de
salvación de toda la humanidad, tanto del Israel del Antiguo Testamento como de
la Iglesia del Nuevo Testamento.
Son breves oraciones dirigidas a Cristo Jesús,
que condensan el espíritu del Adviento y la Navidad. La admiración de la
Iglesia ante el misterio de un Dios hecho hombre: «Oh». La comprensión cada vez
más profunda de su misterio. Y la súplica urgente: «ven»
Cada antífona empieza por una exclamación,
«Oh», seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero
entendido con la plenitud del Nuevo Testamento. Es una aclamación a Jesús el
Mesías, reconociendo todo lo que representa para nosotros. Y termina siempre
con una súplica: «ven» y no tardes más.
O Sapientia: Sabiduria
O Adonai: Señor poderoso
O Radix: Raíz. Renuevo de Jesé
O Clavis: Llave de David, que abre y cierra
O Oriens: Oriente, Sol
O Rex: Rey de paz
O Emmanuel: Dios-con-nosotros.
Leídas en sentido inverso las iniciales
latinas de la primera palabra después de la «O», dan el acróstico «ERO CRAS»,
que significa «seré mañana, vendré mañana», que es como la respuesta del Mesías
a la súplica de sus fieles.
Alabado sea el Señor. Ven pronto Mesías y
Salvador…