Estamos en las I vísperas
del día Buen Pastor. En la semana de oración por las vocaciones sacerdotales,
religiosas, misioneras y laicales. Tiempo propicio para pedirle al dueño de la
mies para que envíe obreros a su viña.
El evangelio del Buen
Pastor que meditaremos este Domingo, me interpela y me pregunto: ¿Qué tipo de
pastor quiero ser?
Aquel pastor que se
desvive por sus ovejas y las lleva siempre a pastos verdes y jugosos; cerca de
arroyos de aguas cristalinas en las que ellas (las ovejas), puedan saciar su
sed. Un pastor que las cure, las cuide de tal manera que sea capaz de dar la
vida por una de ellas. Un pastor que sea celoso de su cuidado y que éste
dispuesto a dar la vida por ellas.
O aquel pastor que no le
importan las ovejas, ni lo que les pase. Un pastor que solo le interese su pago
y no el bienestar de sus ovejas, aquel que huye cuando llega el lobo (demonio)
y este se las come por que el pastor es un asalariado y no le importa nada que
les pase a las ovejas que le dieron al cuido. Un pastor que engaña con el olor
de la bondad y que en realidad es la mentira.
Espero poder ser un pastor
que imite a Jesucristo el Señor, nuestro único y eterno salvador, el verdadero
Pastor. Él que ha vencido al lobo, ese lobo que es el demonio y que día a día
come ovejas descarriadas, que viven sin un pastor que las guíe al redil de la
felicidad perpetua.
Quiero ser un pastor que
siguiendo las huellas de Cristo, pueda llamar a cada oveja por su nombre y
estas en nombre de Cristo me obedezcan para el bien del reino de Dios.
Quiero ser un pastor con
olor a santidad, pureza y fidelidad al que me ha llamado.
Debemos orar para que El
Buen Pastor siga llamando hombres y mujeres que cuiden su rebaño. Hoy en día hay
muchos lobos con ansias de devorar ovejas descarriadas.