Un sol que se cree luciérnaga.

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En la vida de los jóvenes, asumir la responsabilidad ante la fe es un llamado a vivir con propósito y autenticidad. Conocer a Cristo no es solo un evento, sino un compromiso continuo de manifestar su amor y verdad en cada acción. La juventud, con su energía y pasión, tiene la gran oportunidad de ser un testimonio vivo, llevando a Cristo a cada rincón de la sociedad.

Estamos llamados a ser fermento, sal y abono en nuestras comunidades, especialmente donde vivimos y servimos. En nuestra parroquia San Isidro Labrador, esto significa ser un testimonio vivo de fe y crecimiento en Cristo. Como fermento, transformamos nuestro entorno; como sal, damos sabor y sentido a las relaciones; y como abono, nutrimos la fe y el amor en nuestra comunidad. Así, nuestro testimonio se convierte en un faro de esperanza y transformación.

El compromiso con la familia, los amigos y en cada momento de nuestra vida es ser un reflejo transparente de Cristo. Estamos llamados a ser instrumentos de cercanía entre los hombres y Dios, siendo colaboradores de la verdad. Que nuestra vida sea un testimonio vibrante de la fe que nos transforma y que, como fermento, sal y abono, sigamos creciendo en nuestra parroquia y en cada rincón donde el Señor nos ponga.

No podemos quedarnos con las gracias y bendiciones que recibimos. De nada sirve decir que hemos recibido el llamado del Señor a través de un encuentro personal, retiro o testimonio, si no damos muestras de ello. Estamos llamados a dar testimonio, a transmitir con alegría y fervor la belleza del Evangelio. No podemos ser mudos ante el amor de Cristo: debemos enamorar, proclamar y ser heraldos de sus glorias en todos los ámbitos de nuestra vida.


Como nos ha dicho el Papa Francisco: “No tengan miedo, Jesús los mira, conoce sus corazones y les dice: anímense, no tengan miedo”. Este llamado nos impulsa a confiar plenamente en el plan de amor que Dios tiene para cada uno de nosotros. Nos invita a soñar en grande, a ser valientes y generosos, y a no conformarnos con una vida mediocre. Somos la luz de nuestro tiempo, y el mundo necesita de nuestra fe y nuestro testimonio para iluminar los rincones oscuros de la sociedad. Seamos Luz en San Isidro Labrador.

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