La celebración del Carnaval
tiene su origen probable en fiestas paganas, como las que se realizaban en
honor a Baco, el Dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las
que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto o al Rey Momo,
personificación del sarcasmo, las burlas y la agudeza irónica.
Según algunos
historiadores, los orígenes de las fiestas de Carnaval se remontan a las
antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años, con celebraciones similares
en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por
Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses que
nos colonizaron a partir del siglo XV.
La celebración del Carnaval
es una de las fiestas más populares. Se celebra en los países que tienen
tradición cristiana, precediendo a la cuaresma. Por lo general, en muchos
lugares se celebra durante tres días, y se los designa con el nombre de fiestas carnestolendas, y son los tres
días anteriores al Miércoles de Ceniza, que es el día en que comienza la
cuaresma en el Calendario Cristiano Católico.
Se supone que el término
carnaval proviene del latín medieval "carnelevarium", que significaba
"quitar la carne" y que se refería a la prohibición religiosa de
consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma. En ciertos
países en que el Carnaval está muy arraigado como celebración popular, y ya
alejada de su significado religioso, alargan los festejos a los fines de semana
del mes de febrero y a veces el primer fin de semana de marzo.
En los tiempos presentes la idea licenciosa
que subyace es que en "carnaval hay que aprovechar". Se tiñe de
formas materialistas[1] y hedonistas. En consecuencia, es preciso
formar la conciencia cristiana de los jóvenes sobre los abusos que tales festividades
implican. La gula, la embriaguez, la violencia o la lujuria, muchas veces
acompañan estas tradiciones y las definen éticamente Cada carnaval es una
fiesta. Las fiestas triunfan siempre
porque el hombre por naturaleza es un ser festivo y diversivo. Hay que saberle entender como lo que es.
EL carnaval es un tiempo de regocijo
y de inconformismo que surgió en la Edad Media para cristianizar los
licenciosos "lupercales" romanos. Durante unos días, año tras año, se
permitían toda clase de bromas, imitaciones y críticas, antes de comenzar la
cuaresma mediante la imposición de la ceniza, uno de los ritos religiosos más
arraigados en nuestro pueblo. Durante los carnavales brillan las caretas y los
disfraces, que ocultan gozosa y momentáneamente la dureza de la vida. Al
recobrar el miércoles de ceniza los vestidos ordinarios, la cara descubierta y
la frente alzada, se vuelve a mostrar lo que de verdad es el ser humano[2]:
Polvo.
[1] Pedro Chico González, Diccionario
de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006.
[2] CASIANO FLORISTÁN; profesor emérito de
Teología Práctica de la Universidad Pontificia de Salamanca.