Feliz jueves de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Comparto ésta instantánea del día de mi ordenación Sacerdotal y que refleja el momento en el que mi Obispo venera y besa mis manos recien ungidas, consagradas para Cristo.
No es a mi al que venera es a Jesucristo, pues he sido consagrado para el.
Hoy celebro éste Sacerdocio Único de Cristo y del cual simplemente soy "Colaborador".
Me confío a tus oraciones para ser fiel dispensador del Señor y Colaborador de su Verdad.
¿Y tu ya diste gracias a Dios por el sacerdote que te ha ayudado a acercarte a el?
En las vísperas de
Pentecostés
del año 1544 se encontraba el santo pidiendo los dones del
Espíritu Santo en las Catacumbas de San Sebastián.
Fue el momento
en que San Felipe recibe los dones: cuando vio venir del
cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se
dilató
en su pecho. El santo se sintió poseído por un amor de
Dios
tan enorme, que parecía ahogarle. Cayó al suelo y
exclamó
con acento de dolor: "¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo
soportarlo más!" Cuando recuperó plenamente la
consciencia,
descubrió que su pecho estaba hinchado, teniendo desde entonces un bulto
del tamaño de un puño que jamás le causó dolor
alguno.
Experimentaba, por tanto, un constante Pentecostés.