Desde ayer iniciamos el camino
hacia la entrega definitiva de Cristo por nosotros. En estos días vivimos momentos
decisivos de nuestras vidas como creyentes. Debemos decidir por Cristo, por Él,
por su salvación.
Decidir entre vender al Hijo del
Hombre y ahorcarnos o negarlo y arrepentirnos con llanto y arrepentimiento de corazón.
Podemos dejarnos crucificar con el
a su lado en una cruz muy parecida a la suya y dejar que el sufrimiento se quede
solo allí en sufrir, o podemos dejar que ese sufrimiento acabe en medicina que
sana y purifica con la esperanza certera de la resurrección.
Podemos perfumar el sagrado cuerpo de Cristo
con nuestras buenas obras o simplemente dejar que los gusanos del pecado
convierta en podredumbre lo muy poco que hemos hecho.
Hemos iniciado hermanos, la
batalla esta comenzando, es cuestión de tiempo a que decidas a que ejercito pertenecerás,
a los que lavan sus vestiduras en la sangre Gloriosa del Cordero Inmolado o los
que dejan que la polilla corroa sus lustrosas vestiduras de oropel.
Decidamos bien…