Por allí dicen que nada es eterno
en el mundo, ni el hombre teniendo un corazón que para siempre palpite por la
vida y el amor.
Que todo lo acaban los años, que
la rutina mata lo que se hizo en siglos y que la soledad olvida lo que a
grandes gritos se proclamó.
Dicen por allí, que la vocación
se pierde y hasta se puede dejar robar. Dicen que unos la cambian y otros más
osados le hacen caso omiso a lo que ella les dice.
Yo digo que el que se pierde es porque
quiere, o mejor dicho, el que deja perder su vocación es por pura dejadez y
falta de discernimiento en cuanto a lo que quiere. Seguramente, alguien más versado que yo ya dijo esto.
Son muchos los factores a tomar
en cuenta a la hora de descubrir y discernir respecto a la vocación. Es mucha
la tela que cortar, y mucho el esfuerzo que se debe hacer para mantenerla en
pie.
Pero el hombre y mujer que se
descubre amado, redimido y llamado por Jesucristo, es capaz de dejarlo todo, de
esforzarse siempre y de luchar constantemente, sólo por querer agradarle a
Cristo y servirle en los hermanos.
Gracias Señor por la vocación que
me has regalado.
Feliz sábado de rosario bloguero…