Cada día damos gracias a Dios por
todo lo que nos da. Ser reciproco es la clave de esto, de eso no hay duda. Pero
hoy nos olvidamos de agradecer primero lo que Dios nos regala gratis, luego nos
cuesta agradecer a nuestros coterráneos, vecinos, hermanos, mamá, papá, amigos.
Nos cuesta levantar los extremos de nuestros labios para presumir una sonrisa,
se nos ha olvidado desear buenas cosas, se ha quedado perdida en nuestra mente
decir los buenos días de cada mañana. Estas cosas suceden en fracciones de
segundos, pero quedan talladas como lapidas de mármol en nuestros recuerdos.
Esforcémonos por marcar la
diferencia, que a pesar de las dificultades que todos tenemos, la alegría limpie
el cristal con el que vemos las cosas y veremos que mucho cambia. De pronto nos
encontremos con caras largas y seños fruncidos, pero estoy seguro que nuestra alegría
y entusiasmo algo hace para cambiar.
Pidamos a Cristo que nos mantenga
siempre unidos a él que es la alegría perfecta y que podamos ser agradecidos.
Señor Jesús, “aunque
nuestras bendiciones no aumenta tu gloria es don tuyo el que seamos agradecidos”
Me
abandono a sus oraciones…