Carrera a la Conversión...

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Hemos iniciado el provechoso tiempo de la Cuaresma con la imposición de la ceniza que nos recuerda nuestra caducidad y necesidad de cambiar y enderezar nuestro caminar hacia el señor.
Estos cuatro días anteriores al domingo I de cuaresma (miércoles, jueves, viernes y sábado) son como una introducción preparatoria al espíritu cuaresmal. El elemento significativo más importante de estos cuatro días, es la ceniza, que como reza en una de las oraciones son una señal de penitencia y arrepentimiento.
Estos días destaca entre otros temas, la llamada a la conversión (Jn 2, 12-18). Ante esta invitación hay que responder con prontitud como Leví (Lc 5, 27-31). Los criterios de esta conversión son claros. Hay que dar frutos dignos de penitencia, pero ésta debe fraguarse en el interior (Mt 6,1-6.16-18), rasgando el corazón (Jl 2, 12ss.). El acto visible de la penitencia que Dios busca en el pecador arrepentido es el amor, la justicia social (Is 58, 1-9).
De esta manera, la pedagogía litúrgica de la Iglesia enfrenta a los fieles ante el camino de la conversión. Hay una senda de bendición y otra de maldición. Es necesario elegir (Dt 30, 15-20); perder la vida de muerte para ganar la vida auténtica es la clave de toda opción verdadera (Lc 9,22-25).
El clima espiritual de estos días nos lo describe el Salmo 50, cuyo espíritu de confesión del pecado y confianza tiene que asimilar la comunidad cristiana.

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