Sed caritas ...
18:41
La llegada de Cristo debe suscitar en nosotros
la vivencia de la caridad perfecta, de lo contrario de nada serviría usar la
palabra conversión en nuestras vidas. Ya que la conversión, como torbellino rabioso
y feliz, lo mueve todo, no por sí mismo, sino suscitado por la presencia de
Cristo, Mesías y Salvador.
La caridad en sí misma es un bien anhelado y al
hablar de que es perfecta, se convierte en plenitud de la presencia de
Jesucristo que se “abaja” para mirarnos, sentirnos y entendernos. Esta plenitud
solo se puede entender desde el prisma de la fe que se alimenta del amor que es
Cristo redentor.
La vivencia de esta caridad perfecta nos lleva
entonces a una metanoia no solo de lo externo, sino también de lo ontológico que
viene a unir lo que se siente y piensa con lo que se vive y expresa al prójimo.
Nos convertiríamos en “Alter Cristo” no apropiándonos
de su nombre y actuar a nuestro arbitrio, sino en el mismo Cristo, siendo yo,
que actúa, vive y ama como él, que se “abajo” para enseñarnos a amar, hasta
penetrar las entrañas de la tierra t escarbar en lo más profundo de nuestros
corazones.
Fruto de esta caridad perfecta son los santos,
hombres y mujeres como tú y yo, que se desviven y viven del servicio
incondicional al desvalido y necesitado. Es el esposo que es fiel y ama a su
familia, es el estudiante que se esfuerza y no se copia, es el seminarista que
se sabe que es cristiano y actúa como tal, es el profesor que enseña lo que es
la Verdad.
Me abandono a tus oraciones…
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