En la primera Misa del Neo presbítero José Miguel Hernández.

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En la primera Misa del Neo presbítero José Miguel Hernández.

 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Muy querido José Miguel, Gracia y paz en Jesucristo, quien nos ha llamado a seguirle y ser instrumentos de cercanía de los hombres con Dios. Es un honor para mí predicar en esta ocasión y ofrecerte algunos consejos en el inicio de tu ministerio sacerdotal.

 

Hoy, esta barriada Santa luciteña comparte tu alegría y está de fiesta con toda la arquidiócesis de Maracaibo que en la figura de nuestro arzobispo ha puesto al servicio de la Iglesia seis nuevos sacerdotes que han sido tomados “de entre los hombres y desde hoy puestos en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados”[1]

Hoy como buen hijo de esta parroquia, vienes a Celebrar el Santo Sacrificio por vez primera, a los pies de la Ínclita Virgen y Mártir Lucia, ella nos ha dejado un testimonio de fe al seguir al Cordero degollado que nos presenta San Juan en el apocalipsis; ella es figura de la Iglesia que, como todas las vírgenes consagradas, salen al encuentro del Señor, tal como la presenta el capítulo 21 del libro del Apocalipsis.

Santa Lucia, en su martirio, entregó generosamente su vida al Señor siendo fiel en todo momento. Muchas veces como a Santa Lucia el mundo te pedirá que sacrifiques a otros dioses, esto es apartarte de la misión para lo cual se te ha constituido. Muchas veces te tocara ser martirizado, no tanto por convicción, que sí, pero si por obediencia al Señor. A penas a horas de haber sido Ordenado Sacerdote, mirando el ejemplo de Santa Lucia, que ha seguido al Rey de los Mártires, te sirva de estímulo en el solícito ejercicio de tu ministerio pastoral y te anime siempre a dar en todo momento un testimonio valiente y convencido de fe.

Podemos decir que la primera lectura se hace eco de las oraciones de la egregia Lucia  ante el suplicio: “Quiero darte gracias, Señor y Rey, y alabarte, Dios, mi salvador. Voy a dar a conocer tu nombre, porque has sido mi ayuda y protección” misma oración y suplica que se deben convierten para ti desde hoy en tu quehacer ministerial Dar a Conocer a Jesús.

José Miguel, desde hoy Cristo te ha encomendado predicar su palabra, anunciarlo a Él mismo, proclamar la promesa que Él nos dio[2]. Y esta predicación deberá ser siempre una tarea de amor, de construir el cuerpo de Cristo, de servir a los pobres y sobre todo de alimentarte y alimentar a muchos de la Sagrada Eucaristía. Para que entonces des en todo momento un testimonio valiente y convencido de la fe.

Junto al Apóstol San Pablo te invito a que tu ministerio sea una bandera de confianza en aquel que te ha llamado a servirle, que te gloríes solo en Cristo, que tu vida ministerial sea una constante alabanza al Señor, a él, no a ti. Recuerda que fuiste llamado y eso no te hace el dueño de la llamada, te hace es un Colaborador de la Verdad,  que es Cristo.

Se humilde ante toda circunstancia; el Señor te invita a seguir sus huellas, a imitar su camino. Ten sumo cuidado ya que no se te ha ordenado como “superhombre”, que pretendas conocer y controlar todo y ser autosuficiente[3]; al contrario, seguimos es a Jesucristo que se humillo hasta el extremo por nosotros.” Humilde no tonto. Sabiamente las rubricas del misal en la parte de la consagración, nos dice: “se inclina un poco” y a mi forma de ver, es algo muy significativo y provechoso, evidentemente se nos pide inclinar la cabeza, bajar la cabeza para ser humilde y reconocer nuestra nada, reconocer que no soy el dueño, simplemente un senescal; puedo creerme el dueño de las palabras de institución y olvidar que es por Cristo, por su acción misericordiosa que actuamos en persona de Él.

Ante tu primera presidencia eucarística sucederán varias cosas fugases que resultan cautivadoras y alentadoras cuando las vives; y que desde hace muchos años las has visto hacer, pero hoy lo que muchos de tus hermanos sacerdotes hemos hecho para alimentar sacramentalmente a muchos, lo comienzas a realizar tu con tu propia voz, que será la de Cristo; tus propias manos, que serán las de Cristo y con los gestos propios de amor rubricados en nuestro corazón desde el día de la ordenación con aroma a Crisma de salvación.  

Querido José Miguel, vive con fidelidad y alegría tu ministerio sacerdotal, al servicio de Dios y de la Iglesia. Recuerda que no estás solo, cuentas con el apoyo y la oración de esta familia sacerdotal, de tu familia, de tus amigos y de toda esta comunidad cristiana que te ha visto caminar y avanzar desde el 2002 cuando hiciste tu primera comunión. Sigue el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor, que dio su vida por sus ovejas, imita a los santos sacerdotes que han sido modelos de santidad y de entrega pastoral que nos han precedido, aun hoy se recuerda la pro actividad y celo por Santa Lucia del Padre Castellano, la constancia en la oración y búsqueda de la santidad de Mons. Jesús Quintero. Alimenta tu vida espiritual con la oración, la Eucaristía, la confesión, el estudio y la formación permanente. De esta mañera la alcuza de aceite de tu vida interior y personal mantendrá la llama encendida que ilumina y guía a muchos.

 Se siempre agradecido con los que te rodean, a veces como sacerdote creemos que nos merecemos todo, puede que si, que no, pero toca dar las gracias. No esperes a mañana para pedir perdón, busca ayuda y consejo ante las dificultades que se te puedan presentar. Recuerda ser puente para que los fieles se encuentren con el Señor, una puerta abierta para encontrar el Reino de los cielos.

Tu lema sacerdotal nos sitúa en el momento en el que el Verbo eterno del Padre comenzó su existencia humana en el tiempo. Y vemos también como el comienzo de la existencia terrena del Hijo de Dios está marcado por un doble sí a la voluntad salvífica del Padre, el de Cristo y el de María[4]. Hoy como María de Nazaret, has reafirmado ese si al responder ante el Obispo cuando en la persona de la Iglesia te ha llamado, hoy se hace presente el kairos por medio de tu ministerio sacerdotal. Que esta disponibilidad en salida de María Santísima guie tu ministerio, que estés dispuesto a salir presuroso al encuentro del hermano necesitado y que siempre alabes al Señor. 

 

Pbro. Silverio Osorio.



[1] Cfr. Hebreos 5,1

[2] Cfr. Dios y el mundo, Benedicto XVI, pg. 406.

[3] Cfr. Papa Francisco: Los sacerdotes no deben ser “superhombres” sino personas humildes

[4] Cfr. Benedicto XVI. Plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Solemnidad de la Anunciación del Señor. Lunes 26 de marzo de 2012

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