El Gigante Dormido.

3:00

Hay una imagen que la Iglesia ha repetido con cariño, pero también con preocupación: “El laico es un gigante dormido”. Esta frase, tomada de un documento que reflexiona sobre el papel del laicado en la misión de la Iglesia, nos recuerda algo muy profundo: hay un enorme potencial
en el corazón de nuestros fieles, especialmente en el de los jóvenes. Un potencial que, muchas veces, está ahí… pero sin despertar del todo.

Queridos jóvenes, este artículo es para ustedes.

En nuestra Parroquia San Isidro Labrador, aquí en la Arquidiócesis de Maracaibo, somos testigos del paso de Dios en medio de nosotros. Lo vemos en la Eucaristía, en el servicio sencillo de quienes limpian el templo, quisiera decir que también en quienes se organizan para visitar a los enfermos, pero no; quisiera decir también en los que enseñan catequesis con cariño, pero no, no tenemos jóvenes que hagan eso. Noto, con humildad, que falta algo: falta ese impulso juvenil que enciende, que crea, que transforma, que hace líos.

El “gigante dormido” no es una crítica, sino una invitación. Dormido no significa ausente, ni inútil, ni desinteresado. Dormido es aquel que tiene en su interior una gran fuerza, pero aún no se ha puesto de pie. Y ese gigante puede ser tu corazón querido joven. El de alguien que ama a Dios, pero aún no se ha dado cuenta de que su vida puede ser un instrumento poderoso de cercanía de los hombres con Dios.

En este tiempo pascual, cuando celebramos la Vida que vence a la muerte, el Señor te llama a despertar: a reconocer que tú eres parte activa de esta comunidad. No solo para asistir, sino para construir. No solo para recibir, sino para ofrecer lo mejor de ti: tu alegría, tu fe, tu tiempo, tus ideas.

Asumir compromisos personales y parroquiales no es una carga, sino una oportunidad. Es responder con generosidad a ese Dios que confía en ti. Es decirle: Aquí estoy, Señor, cuenta conmigo. Es comprender que el sentido de pertenencia nace cuando decidimos amar lo que somos y donde estamos.

 

Tú no eres un visitante en esta parroquia. Eres parte del cuerpo vivo de Cristo. Y como parte viva, puedes tomar responsabilidades reales. Puedes formar parte de un grupo juvenil, ayudar en liturgia, colaborar en la acción social, dar testimonio en redes, acompañar a otros que se sienten solos. Cada gesto tuyo puede ser puente hacia Dios para alguien más.

Tal vez pienses: “No estoy listo”, “yo no sé tanto”, “hay otros mejores”. Pero recuerda lo que decía San Pablo: “Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los que llama”. Y hoy, ese llamado puede ser para ti. El gigante está despertando. Se siente en el aire. En los abrazos después de misa, en los cantos, en la esperanza de los que no se rinden. ¿Te animas a levantarte también?

You Might Also Like

0 comentarios

Popular Posts

Like us on Facebook

Flickr Images