OH SOL...
19:25
Muchos pueblos primitivos adoraban al sol, como padre
de vida y fuente de energía. Muchos romanos, no tan primitivos, celebraban a
finales de diciembre, cuando los días empiezan a ser más largos, el nacimiento
del sol invicto, siempre triunfador del frío y las tinieblas. Nosotros mismos
admiramos la fuerza y la belleza del sol, que tanto se necesita. Pero hoy
necesitamos otros dioses solares. Hoy necesitamos otras fuentes, más poderosas
que nuestro sol, de luz y energía. A pesar de este sol espléndido, a pesar de
toda nuestra iluminación artificial y de nuestras cómodas calefacciones, el mundo sigue en tinieblas y el mundo muere
de frío.
La energía del espíritu es mucho más necesaria y mucho
más poderosa que el sol y que todas nuestras centrales eléctricas. De estas
energías espirituales son de las que el mundo está más necesitado. La fe es,
por ejemplo, una energía espiritual que mueve montañas y hace milagros, una luz
capaz de disipar todas las tinieblas de la noche. Y el amor, sobre todo el
amor, es el verdadero sol de la tierra, es la hoguera que todo lo enciende,
todo lo enardece, todo lo anima, todo lo alegra, todo lo vivifica.
Echamos de menos -¡qué tristeza!- la fuerza de este
sol en tantas regiones de nuestros espíritus. Nos envuelven las tinieblas del
odio, de la insolidaridad, de la división. Nos enfrían cada vez más los vientos
helados de la violencia y el resentimiento.
El amor es también la vitamina más completa para
alimentar nuestra vida. Hoy padecemos un formidable debilitamiento anímico, por
falta de esta vitamina, y nos encontramos en situaciones agónicas.
Desde nuestra noche y nuestro frío,
desde nuestro debilitamiento vital,
te pedimos, oh Sol resplandeciente,
que vengas a iluminarnos y llenarnos de vida.
Tú eres llama viva,
desprendida de esa hoguera infinita que es Dios;
tú resplandeces con esa gloria bondadosa de la luz eterna;
tú estás cargado con la energía inmensa del Amor vivificante.
desde nuestro debilitamiento vital,
te pedimos, oh Sol resplandeciente,
que vengas a iluminarnos y llenarnos de vida.
Tú eres llama viva,
desprendida de esa hoguera infinita que es Dios;
tú resplandeces con esa gloria bondadosa de la luz eterna;
tú estás cargado con la energía inmensa del Amor vivificante.
Ven a disipar las tinieblas de nuestra noche
y a calentar el frío de nuestro invierno;
ven a poner un poco de tu fuego en la tierra;
ven a rescatarnos de nuestras agonías y nuestras muertes.
Oh Sol-Amor, ven.
y a calentar el frío de nuestro invierno;
ven a poner un poco de tu fuego en la tierra;
ven a rescatarnos de nuestras agonías y nuestras muertes.
Oh Sol-Amor, ven.
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