Oh Enmanuel...
6:25
La situación del hombre es dramática y la situación
del mundo es desesperada. Confiamos a veces en nuestros propios medios, en
nuestra ciencia o en nuestros poderosos medios técnicos, pero nuestros
progresos son ridículos.
Volvemos la mirada a nuestros grandes hombres y a las
importantes organizaciones internacionales, pero pronto nos desilusionan. Los
problemas son tan complejos y los intereses creados son tantos, que no se llega
nunca a las soluciones radicales.
Por eso, necesitamos que venga un Dios a nosotros y
que se quede con nosotros. Un Dios que se ponga a nuestro alcance, que recorra
nuestros caminos y conduzca nuestros pasos. Un Dios que sienta como nosotros,
que conozca nuestras debilidades y nos transmita la fuerza para superarlas. Un
Dios que se haga cercano y amigo, dispuesto a cargar con nuestros fardos y
capacitado para curar nuestras heridas. Un Dios que nos enseñe palabras de
vida, que hable al corazón, Legislador que meta su ley en el pecho, promotor de
la nueva cultura, la civilización del amor, el reino de la verdad. Ese será nuestro Enmanuel, nuestro
Dios-con-nosotros.
Pues, deja el trono de tu gloria y ven.
Rasga definitivamente el cielo y ven.
Salva la distancia que nos separa y ven.
Revístete de nuestra carne y ven.
Ven, oh Rey nuestro,
Señor y Dios nuestro,
Vida y Salvación nuestra.
Enmanuel nuestro, ven.
Rasga definitivamente el cielo y ven.
Salva la distancia que nos separa y ven.
Revístete de nuestra carne y ven.
Ven, oh Rey nuestro,
Señor y Dios nuestro,
Vida y Salvación nuestra.
Enmanuel nuestro, ven.
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